martes, diciembre 18, 2007

Wonderfull tonigth

Las horas marcan el anochecer de las luces. Son las madrugadas de una próxima mañana y me encuentro solo en una habitación cerrada. EL silencio desde afuera solo se podría ver interrumpido por el mínimo y chilloso ruido que desprendes mis auriculares. Esos pequeños aparatos de los cuales surgen las melodías que cada mañana, mediodía, tarde, noche y madrugada me acompañan. Esas sabrosas frases musicales que me llevan a cada mundo diferente, estas que con su caricia rompen en mil motivos diferentes.
Las hojas se mueven por el viento, o por lo menos así lo presiento. Los lazos que nos atan a la realidad empiezan a sumergirse en lo profundo para dar paso a la verdad oculta de nuestros sentimientos, dan paso a los sueños. Ese lugar que solo durmiendo podemos encontrar. Aquel lugar donde aveces todo es tan perfecto y a la vez tan irreal. Aquel lugar que más de una vez me produjo la tristeza suficiente como para despertar entre llantos.
Se acerca de a poco el momento exacto, el momento crucial, el momento en el cual uno decide desconectarse y comenzar a volar. SIn alas en la espalda, sin drogas en las venas, solo con una almohada correr a la libertad. Llega el instante en que uno quiere dormir, aprovechar el momento de paz. Esuchar esa música relajante y continuar hacia el fin del día. Entrelazarse con los versos más dulces que una melodía nos puede dar y dejar todas las penas del día atras.
Llega ese momento, el momento de actuar. El momento de abandonar la amargura y echarse a soñar, con los ojos cerrados y sin saber que mirar. Con la frente en alto y sin saber como bajar. Llega este momento final, donde con mi mente y mi música, al fin y al cabo... Puedo descansar.


Santiago Abregú

martes, diciembre 04, 2007

Esas pocas personas

Es bueno saber que en el mundo que te rodea aún hay gente que te saca y te regala sonrisas. La verdad se vuelve nube en cada sombrió paso de la vida. La adolescencia suele jugar silencios en la charla que a veces no consuelan, ni llegan a incomodanrnos en lo más mínimo. Pero todavía puedo ver más allá del mal, todavía sé mirar que en los ojos de ciertas personas hay más que desolación y tristeza. Que saben como hacerme feliz, que saben hacerme pasar un buen rato. QUe entienden que no me importa escuchar hipocrecías y verbos incoherentes, sino ver la voz del interior besando a cada segundo el centro de mi conciencia.
Ya me arté de aquellos que dan vueltas por mi país diciendo que el que se equivoca es otro sin admitir la realidad de su situación. Basta de prestar miradas a personas desconocidas que creen amarse unos a los otros.
Por esto aún, sigo agradeciendo a esas pocas personas que aún saben hacerme sacar una sonrisa, que mantienen en mí el espirituo de la felicidad, que proporcionan fuerza para seguir con un proyecto, que no importa el que tenes al lado si el fín es ser feliz. Que para hacer música no necesito lo mejor, sino las ganas. QUe para escribir una canción no necesito técnica sino pasión. QUe para hablar con alguien no necesito labios, sino ganas de escuchar. Que en la amistad aún se puede creer y confiar, y no analizarla como un peso de tu espalda ya torcida.

Por suerte quedan aún esas pocas personas que logran hacerme sacar una sonrisa...