jueves, junio 28, 2007

Tic-tac

Algo mío para todos ustedes... vaya a saber uno cuando lo escribí.



Tic-Tac.

Es hora de deprimirse
El tiempo marca el momento
Los meses de alegría superflua ya pasaron
Y la neblina obscura ya cubre la realidad

Lejos de estos besos
Lejos de estos abrazos
La muerte del sentimiento
Se hunde en cada llanto

Es hora de correr
No parar más
Que el tic-tac del reloj deje de importar
Que el frenetismo empiece a actuar

Es momento de hablar con el viento
Dejar de pasar las horas viendo T.V.
Buscar las salidas en este cubo sin esquinas
Dejar de lado las metáforas y hablar de filosofía

Basta de esas canciones alegres
Basta de ser auténticos y decadentes
Los versos tristes envuelven de vuelta el suelo
Y los ojos empiezan a temerle a los celos

Deja ya este mundo de alegría
Vuelve a acariciar su cuerpo
Llora ante el frío de un muerto
Vive frente a los abrazos de un vivo

Ganale a la lujuria
Invertí en tu depresión
Gasta tu plata en mi mente
Y agregame otra inyección

Pasame ese cigarrillo marrón
Buscame a la vuelta con el wisky en el cajón
Soltame las cadenas que atan la verdad
Y dejame gritar que no puedo ser nadie más

Los labios me tiemblan al pensar
Los brazos se debilitan al escribir
Y estos versos que he de derrocharLo hago tan solo por ti.




Texto escrito por Santiago Abregu. Derechos reservados.

martes, junio 19, 2007

Volver, la moda.

Cuando uno mira por el ojo del pasado recuerda a bandas diciendo adios y creyendo que jamás van a volver. Años atras, antes de que se les acabara la plata, parecía imposible soñar con ver a Soda en vivo o poder escuchar a Lito Nebia con sus gatos tocar la balsa, pero ahora nada es imposible.

Sin duda genera alegría ver a esas viejas bandas volver. Pero... ¿No creen que ya esta volviendo cualquiera?.

A principio de año empezó la movida de que se juntaba de vuelta The police, cosa que terminó sucediendo. Sin que pase mucho tiempo regresó Genesis y ahora las Spice Girls. Si nos movemos en el ámbito nacional la revolución se generó en principio y de manera muy oculta con la vuelta de Pedro Aznar y David Lebón a tocar juntos, cosa que generó en mucos la idea de una vuelta de Serú Giran (sin el baterista Moro por tragicas razones obvias). Por lástima (o suerte), en ninguno de sus recitales se sumó Charly García a tocar y esto hizo desaparecer todo tipo de eseperanza.
El gran estruedo fue la vuelta de soda. Miles de rumores habían corrido en estos 10 años de la vuelta a los escenarios de este trío. Nunca lo habían admitido hasta hace 1 semana y media. La idea era hacer 2 River, no les alcanzó. Necesitaron - hasta ahora - de 5 River para sacear la sed. Yo aún no tengo mi entrada y si no me apuro no la voy a conseguir.
Luego de soda se escucho que volvían los gatos y locomía al ruedo.
Si nos movemos en otro ámbito se volvieron a juntar los actores sobrevivientes del Chavo del 8 y todo haría suponer que grabarían nuevos sketchs.

Pero como si todas estas vueltas fueran pocas acabo de leer la vuelta de "Los Fabulosos Cadillacs" al ruedo. Si los Cadillacs. No esta confirmado pero todo hace pensar que volverían a juntarse.
Yo me pregunto porque no vuelve Pink Floyd, moriría por ellos, pero bue...

Sin duda los músicos se quedan sin plata y por eso necesitan volver.... Ojala que vuelvan muchos más.


Saludos



Firmen y comenten

lunes, junio 11, 2007

Dolorosos recuerdos de esta época

Desde hace días que despierto en mi cama con el mismo sabor a pasado triste que me suele agarrar en estas épocas del año. El noventa porciento de los sueños se remontan a aquel raro año que hubo en mi vida. 2002 para ser más exactos. Las miradas a veces se traducen en companías y las lágrimas salen corriendo de mi interior.
Sé que no soy el único en este momento que recuerda todo eso. En un mes se cumple 5 años de que se fue un amigo y el dolor al oír esa canción continúa. Buscamos las formas para que no vuelvan a entrar esas viejas angustias, pero es inevitable. Quiza la distracción del día me ayuda, pero a la noche al caer las 12 el puñal se vuelve a clavar en mi cerebro dañado.
Todavía recuerdo esa tarde en que llegue a casa y la noticia me esperaba en la puerta. Los ojos se humedecieron y fue inevitable llorar. Las mesas de pool que nos habían presentado ya no eran lugar corriente desde que fueron acusados de un mal trato. Pero sus palabras seguían pasando cada mes por la puerta de mi colegio. Ese colegio que a los pocos meses cerró, llevandose consigo un par de ojos mojados y miles de imagenes como fotografía guardadas adentro de mi cuerpo.´
El otro día, a la noche, cuando reingresé en el pool y de fondo se escucho su canción favorita en mi mente todo cambió. Fue inevitable pensar en lo que había pasado aquella vez en aquel lugar. Era inevitable saber que su mirada todavía se escondía detras de la barra y que su imagen seguia intacta como aquella última vez que lo ví.
Los recuerdos seguramente apareceran por doquier de aca a un mes. Mi colegio, él (mi viejo amigo) y ese año se resucitaran a cada segundo en cada lugar que pise de ese barrio. Intentaré no caer en la tristeza, pero a veces parece inevitable cuando algo no se supera.



Salúd...

martes, junio 05, 2007

Un café con historia

Gracias a un trabajo de la facultad tuve la suerte de conocer el "CAFÉ TORTONI". Espero poder transmitir con esta "nota color" lo que sentí aquel día.


Un café con historia


El pasado y el presente se juntaron en tan solo cinco pasos. En el momento en que atravesé la fachada pintada de blanco para llegar al hall que antecede a la puerta de entrada del “Café Tortoni” sentí que el aire cambiaba. Al pisar la alfombra del suelo vi como la puerta se abría. Por un momento pensé que quizá era Gardel que me invitaba a pasar y tomar unas copas con él. Pero no. Era tan solo el joven que se encargaba de ubicar a la gente.
El lugar se presentaba imponente, demostrando ser más que unas cuantas paredes empapeladas en su parte superior y decoradas con madera de roble en su parte inferior. El aire ya se notaba diferente. La mezcla de olores que entraban por la nariz variaba desde el típico olor a humedad, hasta la fragancia francesa del perfume de aquella turista rubia que charlaba con el mozo macanudo del lugar. En el medio de estos extremos sobresalía cada tanto el aroma a café, té, masitas, medialunas e historia.
Sólo y sin quien me interrumpiera decidí que me ubicaran lo más al centro del hall principal. Por lástima pocas mesas quedaban libres y me conforme con el asiento cercano a la puerta y pegado a la bodega. Esa bodega, vulgarmente llamada bodega hoy en día, en la cual durante las noches de los fines de semana tocan bandas de tango.
Las mesas lucían increíbles. Sus patas de madera, otra vez roble, siguen fuertes al igual que en el año 1858, época en que se fundó el café. El mármol frío sigue casi intacto como lo estaba en aquellas ocasiones en que Federico García Lorca se juntaba con sus cultos amigos a beber. Dos manteles bordos, cubrían el mármol y escondían esos pocos desperfectos que recibe cualquier objeto con más de 100 años de vida.
Los tallados apoyabrazos de las sillas me llamaron la atención apenas me senté. Había un trabajo increíble en cada una de éstas. Tanto su respaldo como su asiento estaban hechos de la misma madera y cubiertos con el mismo estilo de almohadilla color bordo (haciendo juego con los manteles de las mesas). Lo más resaltante igual, viene a ser el peso de estos asientos. A cualquier persona le costaría levantar una de ellas.
Un hombre vestido de traje negro con moño se acercó apenas divisó que terminé de acomodarme. Me extendió una carta y avisó que en un tiempo volvería a preguntarme que desearía.
El cartón de la carta estaba más que decorado, todo tenía ese toque anticuado y hermoso. No tardé mucho en decidirme que iba a beber. Un té.
Luego de que el sujeto vestido de muñequito de torta volviera y yo le extendiese mi pedido me dispuse a sacar un cuaderno. Allí noté lo que era el suelo. Una loza blanca con “piedritas” grises adornaba todo el sector, como pidiéndole a las sillas que por favor no se arrastren. Acto seguido divise que en otra parte el suelo se convertía en, lo que de lejos parecía, alfombra.
Mientras el mozo servía mi té en hebras acompañado por un par de masitas y dos jarritos con más agua caliente y un colador, vi a lo lejos a la increíble Tita Merello inmortalizada en un retrato. Aún no había prestado atención en aquellos pequeños gigantes adornos llamados cuadros.
Gardel, Garcia Lorca, Quinquela Martín, Alfonsina Storni, Borges, entre otros, estaban grabados de diferentes formas en cada una de las paredes del lugar. Retratos, pinturas, firmas, autógrafos y fotografías llenaban cada una de éstas como rogando que no se viera su papel floreado en el cual estaban clavados.
El techo era blanco, pero el sector donde esta la barra y cafetería del lugar hay vitrales de diferentes formas y colores que le da una imagen espectacular al café.
A lo lejos a través de un arco de madera, que simula ser una entrada, se ven las 4 mesas de pool que contiene el bar. Por alguna razón en ese momento el sonido de las bolas no se escuchaba.
A la derecha de este hall se encuentra la sala “Alfonsina Storni”, que incluye un hermoso escenario donde todas las noches el tango se hace presente y recuerda a sus mejores amigos anteriormente mencionados.
Mientras hacía mis anotaciones y tomaba mi sabroso té, el saludo del joven que abre la puerta y una persona mayor de edad me distrajo. “Que haces Juan” se escuchó a lo lejos, sin duda un viejo conocido.
Juan, vestía traje y corbata, sombrero y portafolio, y, un sobretodo marrón que le hacía juego. Noté que la mayoría de los presentes vestían igual, la clase alta de la ciudad sin duda se reunía ahí. No descartemos la cantidad de idiomas que rondaban por el medio del lugar. Ingles, francés, portugués, entre otros.
Las mujeres, en cambio, no tenían tanto parecido entre sí. Jóvenes apuestas hacían notar sus dotes a mas no poder frente a estos viejos millonarios de negocios, señoras de 50 que se cubrían con más perfume que ropa fina y chicas mayores que reían por lo alto como simulando ser aún, chicas.
Las luces bajas estaban a cargo de unas 10 lámparas colgantes. Sus vidrios viejos y marrones ayudaban a darle ese toque de sequedad al espacio. Éstas eran acompañadas por pequeñas lámparas de “mesa”, ubicadas en diferentes sectores del lugar, obviamente estaban acordes a todo.
El barullo era interminable, hasta cierto punto insoportable. Más de uno ahí hubiese regalado una taza de café a todos por un momento de silencio. Todos queríamos escuchar a los grandes de la historia hablar, cantar y divagar. Pero no se podía. Ese lugar esta hecho para hablar y charlar, y así va a quedar por siempre. No es apto para aquel que busque tranquilidad, ni para el solitario que busca deprimirse.
La interminable lista de genios de la cultura que pasaron por ahí es interminable, en todo momento me sentí acompañado por estos reyes. Las décadas de historia hacen pie en cada centímetro del “Café Tortoni”, los vasos, las mesas, las tazas, las sillas, las paredes, los cuadros y todo lo anteriormente detallado, son sólo pequeños acompañantes del increíble aire puro y espeso que nos denota la vida que tiene, por si solo, este bar.


Santiago Abregú