Nada quedase quieto en un sólo lugar, todo se convierte en un sonido envolvente que viene y va. Te recuestas dos segundos en la afinación de una guitarra en Sol mayor, y no haces nada por desafinar. Escribís los cuentos en cursiva para no desprolijar, y vendes esquirlas de sueños que hace poco dejaron de explotar. Pensas en instantes inquietos los pasos a desarrollar, preferís beber de un vaso amargo los labios que no te dejan de molestar. Recortas del periódico las imágenes que te hacen retroceder, y las pegas en la acera para avanzar. Cuando podes, prendes la música country para no aminorar, y esquivas los pensamientos con un sólo de banjo dispuesto a rasguear.
Pero quieto te quedas, cuando en el sin fin de incongruencias escritas al azar, recordas que el futuro te esta por golpear, y bajaste la guardia antes de empezar a creer que en esta calle no quedan recuerdos, y que al fondo de la vereda hay alguien empezando a doblar.
Santiago Abregú.
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