En lo que a mi respecta, prometo no hacerte caer, ni meterte de lleno en mis dolores. Buscaré la forma de no besarte con dolor, de no morir entre tus labios, o de no llorar bajo tu alfombra. Si me pides a gritos un regalo que sea simple y no anticuado, no me dejes librado al azar el destino de nuestra imagen, puede que me obscurezca la visión y que perdamos la huella.
En lo que a mi respecta, prometo no hacer de nosotros un sueño constante, un mundo idealizado, un amor inexistente, un amor sin referentes. Intentaré llenar las mañanas de voces, intentaré que sólo soñemos mientras dormimos o cuando lo hacemos, rogaré no bañar las esquinas de los muebles con secuelas de mis borracheras, o ahogarme en gritos bajo la ducha por los golpes que me da la madera.
También intentaré no dejarte ir de mi lado, no abandonar tu tú de mí, ni que nadie lo abandone. Pensare un poco mejor a la hora de vender mí alma al diablo, de beber a los gritos tus pecados. Alguna forma encontrare para no volverme adicto a este insomnio de día, a este sueño de noche intima, a este paseo mal hecho.
Es por eso que en lo que a mí respecta, amor mío, solo te pido que me tengas, que seas de mí un bastón, que me tengas aferrado, que me tengas cerca, que no me dejes en el zanjon. Te pido que sigas besándome así, que sigas poniendo los limites que merezco y merecí. Es por eso que te lo pido, para que nada nos duela ni nos hiera, para que sigamos siendo cómplices pacientes de un amor que esta mas allá de lo que a todos hacemos verles.
Santiago Abregú
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