Reflejamos besos en la piramide de agüa que dejaste correr por tu mejilla. Estabas sola, aturdida. Bebiste de a sorbos los dolores que te maltrataban. Justificaste mil y una vez sus respuestas; carecia de sentido y de inocencia.
Como pergaminos, las cartas iban quedando en el pasado, el silencio y la destreza de haberlo destrozado. Todo quedo oculto y ahogado, en el náufrago mundo de los desolados. Todo de este lado quedo totalmente comprado, hasta las joyas, hasta los barcos. Todo anclado y abandonado, metros bajo el agüa, metros bajo el cuerpo, a metros de tu amor, a metros de tu sueño.
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