No me obliges a tener que pescar ideas en lo profundo de mi mente. Puede que nos convenga decirle que no a las locuras que acarrea mi destino en el laberinto que domina mi cabeza. Las palabras filosas que revolean el malestar insensato que pasea por mi cuerpo, son solo parte de la resaca cotidiana de vivir un poco más el día a día.
Dejemos que el cuerpo deje de pesar por los caminos que deberíamos marcar, y demosle vida a la huella que dejamos cada noche en mi cama y en los sueños de buscar.
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