Cicatriza un poco de tus marcas en la puerta. La sangre es verde y verdadera, nada madura una vida entera. Los versos se pudren en el zanjon de la mentira, mientras tus sueños, dueños de las pesadillas; disfrutan enormemente de tu llanto en la noche. El cielo que escupe las almas pobres de los diablos que se divierten, solo vierten en su mente un ajenjo diferente.
Los sabores, poco más que peores, intimidan el eterno retorno de tu voz aullando cada dolor en medio de semejante partida. Pero las ruedas que caen sobre tu muerte son solo el reflejo de lo que pudiste haber sido si, en una noche de derroche, hubieses perdido el partido que jugaste contra la vida en medio de una carretera muerta.
Santiago Abregú
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