Así, casi sin darnos cuentas nos vestimos. Recuperamos la cordura que perdimos en dos centímetros. No quedan ya rastros de los roces de nuestro cuerpo, ni de los gritos pegados en las paredes de tu cuarto.
El impulso pudo más aún que algunas palabras de más. La contra reacción de tanto tiempo de maldad. Descargamos la furia en un ir y venir sin cesar. Derrochamos palabras, vendimos nuestras almas, jugamos por el lado equivocado; y ahora estamos los dos vistiéndonos luego de este juego apasionado.
Las pinturas aún nos miran perplejas, las luces se apagaron para no ver, los autos pasaron sin entender porque. Sólo quedamos los dos solos en ese cuarto lleno de tempestad. Decidimos dejar a un lado los gritos que no quieren volver a pasear. Y llenos de furia exótica nos metimos de lleno en seno de la pasión. Y vencimos al fin ese temor de que entre nosotros la furia puede más que el amor.
Santiago Abregú
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