jueves, junio 03, 2010

Silencio...

Esta vez soy yo el que no quiere hablar, el que no quiere callar. Como aseguramos la realidad en la espera, si el tiempo que corre carcome la cabeza. No será que descubriste la luz al final del camino, o que de repente te diste cuenta que por más que lustres no hay brillo. Esperamos ansiosos los soles que iluminan el pasado y amamos aún más concientemente las nubes del futuro. Total... ¿ Que ha de depararnos el maldito destino?! ACASO NO ES QUE PERDIMOS RITMO EN LAS INFIDELIDADES DE UNA VIDA NOCTURNA!?, quizá si, quizá no. Es más que un simple apretón de labios, algo más que un apretón de manos. Es, hasta cierto punto, el segmento necesario en la relación que hay entre un especulador y su dinero, entre un jugador y su sueño de cajero. Es entrelazarse en los miedos de ser alguien desierto, es ani marse a verse en un espejo, destruir así los 7 años de mala suerte. Es ser algo más que un rico desesperado por venderse, es más que publicitar las mil lagrimas que a veces nos animamos a descargar. Son solo silencios entonces, son los que nos dicen donde parar, donde callar; donde dejar de ser lo que pensamos ser para ser nosotros en realidad. Vamos, entonces, a pararnos en la esquina y pensar. ¿No es mejor beber el último trago al final? La respuesta inconclusa de nuestros labios saldrá, y así, por destino y desición de la realidad, sera nuestro cuerpo quien en algún momento decida que esta situación de vida entre vidas y de amor entre amores no va más. Sólo formamos parte de este desconcierto cuando no sabemos a donde disparar. Cuando las suaves palabras de tu boca digan que no me quieren besar.

Santiago ABregú

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