Siempre la misma vuelta, el mismo recorrido. Este laberinto de palabras que giran entorno de mi vida. Las preguntas que van y vienen, las dudas que se sambullen en mi realeza. La princesa y que vuela de un lado al otro y yo el maldito duende verdugo que no sabe si mirarla o atraparla.
El río que marca su curso y te vas quedando parado. Los besos y las caricias que confunden tu mente, te hunden, te funden. La mala fortuna de saber que no podes disparar sin pensar, y el maldito calendario que te marco el rasocinio antes que el ser amado. Costumbre natal y astral de saber que pensar va venir antes que hablar, que la impulsividad la deje atras, y que no daré dos paso sin saber bien que voy a pisar.
Entender que las huellas las escriben los lapices de dos puntas, y que se borra a veces la linea. Linea rota y espesa que en un futuro incierto se vuelve y se llena de ideas. La ilusión de crecer, la tristeza de perecer y el amor y la tragedia que nos llenan de placer.
Santiago Abregú
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