Pensó alguna vez en regalarme un poco de su piel en trozos de amor. El suelo se convertía en cielo cada vez que me mostraba su corta y desmesurada realidad. Labraba en mis sueños paradojas con el tiempo que no había forma de entrelazar. Alcanzaba en sus ojos el más alto extasis de inutilidad a la hora de cantar.
Precipicio de imagenes absurdas que rodeaban aún el vals del amor en la cama. Y si todo corría cual río arriba, encontraríamos en el árbol de la exitación el placer de odiarnos con gran amor. Y perpetrar en tu psiquis el momento cúlmine, y dejarlo guardado en los más integro de tu ser. Y no pensar en que fue ni será, solo conectar tu alma con mi más allá. Y verter los gritos del ser en aquel valde de relilquias y sólo así poder entender, que en mi cama fuiste lo que supiste ser. Y tus marcas en mi almohada aún no tienen ganas de deaparecer.
Santiago abregú
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